2 Adriana Lecóuvreííú al público entero, mientras que la señorita Puclüs está particularmente protegida por ciertos grandes señores y señoras; entre otros la princesa de llóvillon. PaiN. Protegida por rni? Aba; Para ello tendréis motivos poderosos, que yo no debo ni puedo decir ; mi delicadeza y mis escrúpulos no me lo permiten... Pbin. Escrúpulos vos, abate? V deciais que no había nada de particular? Mi locado está concluido, y no tengo mas que diez minutos que con*^ cederos. {leoanlándose.J Aba. Los aprovecharé, señora, para revelaros que ieneis por rival á la señorita Duelós. l^RiN. De veras? Aba. Es la noticia del dia; lodo el mundo losabe, esceplovos; y como esto puede poneros en ridículo, me he decidido, á pesar déla amistad que tengo al señor principe dé Rovillon, vuestro marido, á deciros... Pbin. (jue mi marido le ha regalado coche, d'ia- •mantes... ? Asa. Cierto. País. Una casa muy linda... Aba. Cierto. pRiN. Fuera de los V“oulebars de Paris, en la granja de la Batelera? Aba. Cómo! Vos sabíais... Pbin. Antes que todo el mundo. El príncipe de Koviilon, mi marido, aunque aristócrata y gran señor, adora las arles, y sobre lodo, las ciencias. Aba. Por gusto? PaiN, No, por hacer la corle al regente , á quien se esfuerza en imitarle en lodo ; se ocupa mucho de los esperimenlos químicos que le ab- sorven. la mayor parle del dia, y permanece por lo regular en las habitaciones dedicadas para su laboratorio; después, claro es que ue- ba distraerse, y que yo se lo permita en cambio de alguna tolerancia por su parle; de modo que los.obsequios que el príncipe prodiga á la Duelos, son protegidos por mi, si bien con el recalo necesario para no ser descubierta ni aun por mi mismo marido. Aba. Estoy admirado, princesa! Pero qué ganais vos en ello? Pbin. Es muy sencillo: que el principe, temeroso de ser descubierto, tiemble ante la niela de Sobieski, Ademas, es una posición ventajosísima la.mia, poique cuando figuro sospechar... tengo cuanto deseo; otras veces erji la misma avaricia, hoy no me niega nada. Comprendereis ahora?... Aba. En verdad, señora, que es una infidelidad la de vuestro esposo, de unas consecuencias sorprendentes Pein. El mundo puede compadecerme y sentir mi posición ; pero yo me resigno como. veis... No teníais por boy otra noticia que darme? Aba Si señora, tengo otra., {con timidez.) Pbin,.Sepamos. Aba, Es una noticia que me pertenece, propia... y de la que no debéis dudar... PuiN. Es quizá lá de que me amais? Aba. Lá sabíais l4mbien?.Y nada me habéis di- cboí Va debeis conocer que no estaba obligada áello. A’BA^jPues si, prfncesa; no debo ocultároslo: os adoro, os ¡dolalro... por vos estoy en todas parles... por vos voy á ia;ópera, á las tertulias, á la academia... V por vos, en firí, escucho á vuestro esposo esas diséptáciones de qnirnica, con que corílinuáméHté me atormenta. Será posible quéKtantos sufrimientos no lengán rein uneracioff?’ Prin. Amigo mioi és imposible. Aba. Yo no os pido una pasión igual á la mia, po.r- que lo que yo esperimenlo , es una adoración, un culto que no podré exigir de vos, pero... Prin. Si, comprendo lo que deseáis; pero es imposible... Mas alguno viene.. Es mi marido y la duquesa de Aumont. ESCENA lU La Princesa ei Abate , el Principe de Rovillon y la Diquesa. Pri.v; a qué casualidad debo el placer de veros tan de mañana en mi casa? Düq. Vengo á pediros un favor. PaiN. Ya sabéis que será porcionarme un placer; pero en dónde babeis encontrado á mi esposo, de quien hace dos dias no tengo noticia alguna? Düq. En casa de m¡ señor tio el cardenal Fleuri. Rüv. Si por cierto; alli estaba con el gran ministro; lo conozco desde qne era obispo de Fre- jus. Somos amigos, y ademas pertenecemos á la academia de ciencias; es también un sabio, y como tal le be dedicado mi nuevo tratado de química. Ese libro que ha admirado á Voltaire. Pbin, Y qué hacíais con el gran ministro? {Iras un criado una caja.) Uov. Vedlo aqui; {hace señas al criado que deje la caja sobre la mesa.) El Cardenal, que como hombre de estado y como químico conoce mi capacidad , me babia rogado que pasase á verle para confiarme un asunto honroso ai par que terrible. PuiN, Cuál? Rov. El análisis científico de las materias contenidas en esa caja... Polvos llamados de destrucción, inventados en la época del gran Rey. Pr iN. Y qué virtud se le concede á esos polvos? Rov. La de destruir á todo el género^bumano. Dl’Q. Qué decís? Rov. Si lo que de ellos se dice tiene fundamento, basta polvorear unos guantes ó una flor, ó cosa equivalente, para producir un aturdimiento,, una exaltación, un delirio eslrañoque conduce á la muerte... Eso es precisamente lo que voy á averiguar, y á demostrar por medio dei análisis. Prin. Todo eso está bien; pero ese análisis cién- lifico, me dirá que babeis hecho en el tiempo que no os be visto? Roy. (oí aáale.; Una escena terrible de celosi Aba. (No hay duda que se prepara...) Rov. (V'ereis como la evito.) Lo que he hecho, señora, es preparar una sorpresa que reservaba para hoy, lomad, {sacando una cujila.) Prin. Qué es.esto? Rov. (Veréis corno esa dádiva le impide...) Prin. Diamantes soberbios!