habían descubierto y los tesoros del Oriente atraían por su antiguo esplendor. La fiebre de las conquistas y el ardor de lejanos tesoros había perturbado á los españoles, y á muchos de ellos se les subió á la cabeza la leyenda de lejanas tierras, que se mezcló con las descripciones fantásticas de los antiguos libros de caballería. La mezcla extraña de un degenerado espíritu gótico alemán con el ardor sofocante de la sangre oriental, produjeron esa nota siempre vacilante entre la grandeza inaccesible y la pasión violenta, que se manifiesta en las ardientes luchas por la fe, en las exaltaciones místicas, en las cavilaciones sutiles de la raza, encontrando su más genuina representación en Don Quijote. Y no sólo se refleja en este libro el tipo español, sino que también en él vibra con risa lastimera y humor trágicamente pintado la eterna melodía de la vida humana. Don Quijote es un idealista y entusiasta apasionado de sus aspiraciones, que sufre al ver la vulgaridad del mundo y que lo quiere salvar y redimir. El camino de espinas que recorren todos los grandes hombres, cuya ardiente fantasía anima y vivifica todas las cosas, y ve figuras y gigantescos monstruos en los árboles é imagina creaciones aéreas y mágicos demonios en las nubes, esa es la marcha trazada por las aventuras de Don Quijote.